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Por Francisco María Pertierra Cánepa Dr. en Dirección de Empresas, profesor de UCEMA y presidente de la AAFyFID

El avance de la pandemia nos incorporó a una guerra que descalabró todo el paradigma económico, social y productivo. Pero, aun así, las empresas van a seguir cumpliendo un rol estratégico y debemos enfocarnos en ayudarlas a sobrevivir y estar activas el día después, ya que a las necesidades de management y financiamiento que tenían, se les agregó una brutal caída de ventas en un marco de inflación creciente y menor comercio mundial. Si bien el rol del Estado es indiscutible, la magnitud hace que los privados también están llamados a participar del salvataje, sea por estrategia o por responsabilidad social.

 

El Estado debe brindar herramientas financieras e impositivas concretas e inmediatas pero eso solo sirve para apagar el incendio, y el futuro es el desafío. En este contexto, vuelve a destacarse el valor del fideicomiso ahora para concretar el salvataje de empresas conformando nuevos patrimonios desde donde financiar esta recuperación con seguridad y garantías, ya sea con fondos públicos, privados o mixtos.

Para ello, equipos profesionales y de prestigio deben evaluar empresas y seleccionar proyectos para aplicar estos fondos solidarios reactivando la maquinaria productiva que genera trabajo digno, con la tranquilidad que cada fideicomiso está individualizado, responde solo por sus propias obligaciones y el retorno de la inversión se asegura con los bienes transformados. Para el Estado, además, es una solución creadora de valor ya que le permite asignar rápidamente recursos que van directo a los proyectos con fideicomisos que están sujetos a una cadena de controles y donde el fiduciario como propietario del nuevo patrimonio, está obligado a rendir cuentas regularmente. En consecuencia, el riesgo de inoperancia y corrupción se pulveriza siempre que contemos con buenos proyectos y un idóneo equipo de gestión.

 

 

Desde la óptica privada, estos fondos fiduciarios deben ser vistos como el puente para que las empresas grandes e integradas, puedan estructurar fondos solidarios para financiar a su cadena productiva, especialmente dentro de las economías regionales, inclusive sumando esfuerzos en conjunto con las acciones de gobiernos locales y provinciales.

Esta trágica crisis pandémica no permite más ensayos ni errores y el fideicomiso es el aliado estratégico para concretar esta ayuda de responsabilidad social. Pero para que no nos sorprenda su dinámica, se necesita empezar ya a organizar los mejores equipos humanos que lleven adelante la planificación y estructuración de estos fondos promoviendo la inversión de riesgo con fideicomisos que aportan ventajas decisivas de constitución, disolución, separación patrimonial y administración profesional. Argentina necesitará un esfuerzo inteligente y ciclópeo para recuperarse y será indispensable un plan nacional estratégico, integral y de faros largos.

 

 

Pero ello solo será posible si asumimos conscientemente la profundidad de la emergencia y en el corto plazo contamos con fondos fiduciarios de salvataje, que nos aseguren que cuando esta pase tengamos una matriz productiva en condiciones de asumir el camino del crecimiento sustentable.

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